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El último día

Necesitaba tomar el aire. Salir de allí. Implosionar. Algo. Olía a moho, a humanidad. A aire reciclado. ¿Cuánto haría que no limpiaban los filtros? Me picaba la nariz. Pero eso no era lo peor: la gente gritaba. Gritaba hasta rasgarse las gargantas. Golpeaba las mesas de la oficina. Tiraban el material al suelo. Se pegaban, se arrepentían, se abrazaban. Eso es lo que pasa cuando se está acabando el mundo, supuse. Pero yo solo quería seguir mi rutina. Otras personas lo habían dejado todo, se habían ido a casa de sus padres, habían quedado con sus amistades y se habían ido de fiesta. Hacía semanas que habían empezado los motines. ¿Qué mas daba ya? Incluso había visto algunos policías unirse al caos esa misma mañana, cuando estaba yendo al trabajo.           ¿Y por qué cojones había decidido yo ir al trabajo? Pues no lo sé. Pero no había sido la única persona. Incluso había saludado al entrar al vigilante de seguridad, algo que hacía forzosamente. No me había d...

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